SOBRE "CRISTINA, HARVARD Y LA MATANZA"


SUMARIO:

1. "La Matanza" por Horacio Verbitsky.
2. "Lo que los estudiantes de Harvard no le preguntaron a Cristina" por Emilio Marín.
2.A. "Aprendan de Krugman".
2.B. "¿Tampoco le creen al otro Nobel?".
-. "Speak Out for Argentina" (Anexo documental).
-. Link a todas las preguntas.

LA MATANZA *
por HORACIO VERBITSKY *

Clarín y La Nación montaron un escándalo sobre la referencia presidencial a la Universidad de La Matanza, con oportunas columnas de sus respectivas estrellas, Jorge Lanata y Beatriz Sarlo, pero informaron en forma parcial y/o distorsionada sobre qué había dicho y en respuesta a qué pregunta.

Un estudiante argentino preguntó en forma respetuosa sobre la inflación y el “cepo cambiario”. Cristina le contestó también en forma muy seria sobre la necesidad de asignar las divisas a fines útiles para el conjunto de la sociedad y no al atesoramiento de algunos sectores, como ocurrió en las crisis históricas que arruinaron a millones. También mencionó a los miles de argentinos que acudieron a Las Vegas para alentar a Maravilla Martínez y al propio autor de la pregunta:

–Estás acá, problemas de dólares no debés tener. ¿Vos sabés la cantidad de argentinos que ni siquiera podrán llegar a la Universidad de La Matanza, nunca? Vos tenés la suerte de estar estudiando en Harvard.

La segunda mención fue en respuesta a la pregunta de otro argentino que se consideró privilegiado por poder preguntar. CFK se detuvo en la “frasecita” que “no se lo contesté a tu anterior compañerito, sobre el tema de que ‘soy uno de los pocos privilegiados`”. Recién entonces dijo:

–Chicos, estamos en Harvard, por favor, esas cosas son para La Matanza, no para Harvard.

No fue una de sus respuestas más precisas y es inevitable que se abra a interpretación, como es frecuente con el lenguaje hablado. Pero la única lectura que se impuso en los diarios accionistas de Papel Prensa fue que Cristina había menoscabado a la Universidad y a los estudiantes del más nutrido municipio del país. Nadie arriesgó ni siquiera como hipótesis que hubiera sido una continuación del razonamiento anterior, con un contraste implícito entre el supuesto privilegio de preguntar y el verdadero privilegio de estudiar en Harvard, que a mí me parece evidente, dada la cantidad de veces que en la Argentina CFK se ha referido con orgullo a ésa y otras universidades del conurbano, a las que acceden por primera vez hijos de familias obreras que nunca antes habían pisado un aula universitaria y a la fuerte inversión del gobierno nacional en esos felices vehículos del ascenso social. “Una descalificación propia de una señora gorda”, la desdeñó mi viejo compañero en la guerrilla peronista Ricardo Roa.

Sarlo, cuya actividad principal es el análisis del discurso en la literatura y en los medios, interpretó que fue...

“una ironía barata y ambigua, que las preguntas no eran dignas de esa universidad, sino de La Matanza”. Lanata (quien siempre se presenta como fundador de Página/12, diario al que otros hemos hecho perdurar un cuarto de siglo, y nunca como fundador de Crítica, XXI o Data54) citó la frase “Estás acá, ¿no? ¿qué problema tenés con el dólar?” pero omitió la referencia inmediata a La Matanza que da sentido a lo anterior y lo posterior. Y renglón seguido mencionó a un estudiante sanjuanino “que terminó la conferencia con lágrimas en los ojos y temeroso de una eventual reacción presidencial”, porque Cristina le había preguntado de dónde era. Con esa introducción, pasó a referirse a cómo se construye el miedo: “El miedo a preguntar, a decir su nombre, a dar referencias personales planeaba por quienes cacerolearon en Nueva York y quienes preguntaron en Boston. ¿Miedo a qué? Como siempre sucede con el miedo, no pueden describirlo con precisión: la AFIP, la familia en Buenos Aires, miedo”.

Hablemos del miedo, entonces. Como si fueran poca cosa los insultos y deseos mortuorios que prevalecieron en la marcha del 13 de septiembre en la Capital Federal, esta semana se convocó a las cacerolas no a sonar en la plaza pública sino a la puerta del domicilio de Guillermo Moreno, con un afiche en el que aparece dentro de un ataúd y con un disparo en la frente. Clarín dedica una columna al presunto malestar judicial por la excusación de Norberto Oyarbide (porque también él padeció un escrache frente a su domicilio) y recién al final y sin subtítulo ni foto consigna la denuncia del Gobierno por la explícita instigación a matar a Moreno y a su madre, que formó parte de la convocatoria. Incluso, conjetura que el verdadero propósito del Ministerio de Justicia sería “investigar oficialmente en las redes sociales porque cree que las protestas sociales son convocadas por una organización y no son espontáneas”, cosa que a esta altura no es opinable. Otra nota se titula “Moreno insultó a los caceroleros y el Gobierno les hizo una querella”, en una reinterpretación poco sutil de los hechos, pasando por alto que los acusados no fueron quienes se manifestaron frente al domicilio del secretario, sino algunos de quienes convocaron a matarlo con el tétrico cartel. La Nación, cuya postura política e ideológica aún no ha sofocado por completo el oficio periodístico, consignó recién ayer que la denuncia fue contra una “organización mafiosa” de la que formarían parte treinta blogueros y no contra quienes golpearon las cacerolas en Constitución. Pero el viernes tituló “Alak cargó contra los caceroleros: ‘Hay personas que han matado ídolos para trascender’” y la foto que ilustró la nota fue la de “unos pocos caceroleros que se acercaron a la casa de Moreno” y no la del afiche criminal.

También destacó la frase de Moreno sobre la anatomía de los caceroleros por sobre la amenaza contra su vida. Ninguno de esos medios consignó tampoco que del escrache frente al hotel de Nueva York participaron los hijos de dos socios del estudio Martínez de Hoz, Grondona & otros, que desde 2002 litigan en el Ciadi contra la Argentina en representación de empresas extranjeras. Ni le asignaron más que unas líneas a la presencia en Harvard para impulsar el cuestionario a Cristina de la Fuerza de Tareas Argentina (ése es su nombre real) creada por los fondos buitre, que pretenden cobrarle al país 100 dólares más intereses por cada título de deuda que compraron por monedas luego de la moratoria de 2002. También minimizaron el rol en la preparación de las preguntas del funcionario del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Juan Maquieyra. Clarín sólo lo nombró para afirmar que partidarios del gobierno “lo demonizaron” en Facebook y Twitter y ninguno informó sobre su rol en la instalación de la carpa verde que las patronales agropecuarias plantaron frente al Congreso mientras se discutían las retenciones en 2008 y en la oposición a la recuperación del sistema provisional que el menemismo había entregado a los bancos. Nada de esto lo inhibe de preguntar y opinar, cosa que hizo con la misma libertad de la que gozan todos quienes detestan a este gobierno que otros valoramos. Pero agraviarse por las frontales respuestas de CFK y su decisión de defender con todos los argumentos posibles tanto las buenas como las malas políticas de su gobierno, mientras se ocultan estos datos y se trivializa la circulación de un afiche aún más sórdido que el histórico “Viva el Cáncer” (que celebró la muerte de Evita pero no invitó a causarla), es una burda incongruencia, propia de lo que Sebastián Etchemendy (politólogo de la Universidad de San Andrés, cuya idea de excelencia se inspira antes en Harvard que en el conurbano) caracterizó como el progresismo liberal y/o el institucionalismo vacío. Lo menos que puede decirse es que el nombre de La Matanza ha sido invocado en vano o en el debate equivocado.

* Página/12, 2012-IX-30

LO QUE LOS ESTUDIANTES DE HARVARD NO LE PREGUNTARON A CRISTINA **

La promocionada discusión de la presidenta argentina con los alumnos de Harvard ya no está en el interés de los medios. Vale la pena volver sobre ese tema, desde otro ángulo al de Clarín y La Nación.

por EMILIO MARÍN

Es notable la velocidad con que discurre la política. Desde la incursión de Cristina Fernández de Kirchner por la Universidad de Harvard, el 27 de septiembre, ha transcurrido poco más de una semana. A raíz de la polémica suscitada y las respuestas, no siempre felices de la invitada, los medios monopólicos hicieron correr ríos de tinta y gastaron horas de radio y TV.

El inefable Jorge Lanata estuvo en Harvard, con "Periodismo para Todos" y, casualidad o no, también -en cuarta fila- tomaba apuntes Beatriz Sarlo.

El interés era denostar a la jefa de Estado, por la batalla planteada entre intereses empresariales monopólicos y algunas políticas gubernamentales que les ponen límites. Verbigracia, la ley de medios.

CFK pareció perder la calma ante la requisitoria de esos alumnos que refritaban los peores clisés de Lanata, Sarlo, Ricardo Kirschbaum, Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona, Luis Majul y otros. Esa incomodidad presidencial explica el interés de esos medios por amplificar lo sucedido.

Pero a nueve días, esos sectores ya perdieron el interés por explotar la veta de Harvard. Ya tienen otra que promete más jugo político: el motín de prefectos y gendarmes, presentados como sufridos "proletarios" del siglo XXI, superexplotados por la voraz "burguesía" kirchnerista. Después vendrá otro, siempre con el horizonte del 7 de diciembre, cuando se juegue el gran partido por la vigencia irrestricta de la ley de medios.
Los muchachos de Harvard preguntaron sobre el patrimonio de la mandataria, la inflación, la posibilidad de re-reelección, el llamado cepo cambiario, la relación con el presidente venezolano Hugo Chávez, la inexistencia de conferencias de prensa y otros tópicos de menor cuantía.

Tales interrogantes son tendenciosos y bastante elementales, propios de un colegio secundario en sus primeros años. Alumnos de la universidad estadounidense reputada como de primerísimo nivel internacional y quizás la más cara de ese país, podían tener preguntas de más calado.

Quizás entre los 2.800 alumnos que se anotaron para el evento había muchos que habían cavilado sobre temas de interés curricular o más general. Y puede que el cronista sea injusto al citar sólo a quienes preguntaron pues podría haber allí otros estudiantes norteamericanos y de otros países con simpatías por las teorías neokeynesianas de Joseph Stigliz y Paul Krugman. Si los había, en los hechos fueron pasados "por arriba" por otros que tenían tan poca cultura académica como los punteros de Mauricio Macri.

APRENDAN DE KRUGMAN

En la misma semana que la mandataria ocupaba tribunas en Nueva York, Washington y Cambridge, sucedían hechos económicos y políticos de importancia a nivel mundial. Hubo paros y manifestaciones callejeras en rechazo a los ajustes preconizados por el FMI en España y Grecia, con represión y numerosos heridos. La oradora lo mencionó críticamente ante la 67º Asamblea General de la ONU. ¿A ningún estudiante de Harvard le importó retomar ese tópico decisivo para la situación mundial, que se supone debería ser parte de su formación profesional?

En ese sentido, a la vez que confrontaban con la visitante, estaban rompiendo amarras con algunos de los planteos de Paul Krugman, Nobel 2008. Tres días después de la conferencia en Cristina, Krugman escribía en El País de Madrid una columna titulada

"La locura de la austeridad europea"
Allí opinaba:
  • "Un informe del FMI defiende que los recortes del gasto en plena recesión reducen la confianza de los inversores ¿Por qué, entonces, se exige todavía más sufrimiento? Una parte de la explicación se encuentra en el hecho de que en Europa, al igual que en Estados Unidos, hay demasiadas personas muy serias que han sido captadas por la secta de la austeridad, por la creencia de que los déficits presupuestarios, no el paro (desempleo) a gran escala, son el peligro claro y presente, y que la reducción del déficit resolverá de algún modo un problema provocado por los excesos del sector privado".
¿Por qué los alumnos de la cara universidad no sintonizaron la onda del Nobel en su embestida contra el FMI, que con matices es una crítica compartida por la jefa de Estado argentina?
Por el tenor de sus preguntas, la figura que cuestionaban era ésta y no el Fondo.

Los alumnos estaban muy preocupados por el Indec y la inflación. Y no es asunto para tomarlo a la ligera; al cronista no le conformó la explicación presidencial de que si el aumento de precios fuera del 25 por ciento "el país estallaría por los aires". Pareció un enfoque negacionista, pero hay que poner la inflación en su verdadera importancia, sin subestimarla ni ubicarla como el mal mayor de la economía argentina y mundial. Y esto último estaba implícito en las preguntas de Harvard.

Los alumnos deberían haber leído a Krugman antes de hacer papelones. Ese autor, en columna publicada por The New York Times el 29 de junio de 2010,

"El mundo, ante la tercera depresión"
sostuvo:  
  • "Me temo que ahora nos encontramos en las primeras etapas de una tercera depresión. Probablemente sea más semejante a la Larga Depresión que a la mucho más grave Gran Depresión. Pero el costo para la economía mundial y, sobre todo, para los millones de vidas azotadas por la falta de empleo será enorme. Los gobiernos se obsesionan con la inflación cuando la verdadera amenaza es la deflación, y predican la necesidad de ajustarse el cinturón cuando el verdadero problema es el gasto inadecuado. ¿Y quién pagará el precio de este triunfo de la ortodoxia? La respuesta es: decenas de millones de trabajadores desocupados, mucho de los cuales seguirán sin empleo durante años, y algunos de los cuales nunca más volverán a trabajar".
Esos chicos, como los gobiernos fondomonetaristas, también "se obsesionan con la inflación", cuando las verdaderas amenazas son otras. Entre los desocupados crónicos puede haber incluso alumnos de Harvard, pues muchos profesionales nutren el movimiento de protesta "Ocupa Wall Street".

¿TAMPOCO LE CREEN AL OTRO NOBEL?

En la gira de la presidenta hubo gestos suyos y del gerente designado al frente de YPF, Miguel Galuccio, que podrían haber sido cuestionados por el alumnado de Harvard. Por caso, que Cristina hubiera recibido en Nueva York a Geoge Soros, del fondo Quantum, y posteriormente al presidente de la petrolera Exxon, Rex Tillerson. Bien podrían haber preguntado por la razón de esas entrevistas, toda vez que la visitante ha cuestionado muchas veces al capitalismo de casino, especulativo, y Soros es una expresión cruda del mismo. También podrían haber marcado la contradicción entre nacionalizar YPF y recibir a Tillerson para procurar acuerdos.

Pero no hubo reproches sobre esas entrevistas. Y la razón salta a la vista: esos alumnos están de acuerdo en las inversiones y negocios con esas multinacionales. Por eso callaron sobre este asunto. Puede que las autoridades de esa casa de estudios, específicamente de la School of Politics, David P. Elwood, precisamente por esa coincidencia de fondo, hayan extendido la invitación a la mandataria argentina.

Los estudiantes de Harvard, en medio de semejante crisis mundial, tendrían que haber estado más interesados en conocer detalles el caso argentino. Es que en medio de ese marasmo, el país creció al 7 por ciento o más, en paralelo al desplome del Lehman Brothers y la recesión del mundo desarrollado. Su propia currícula demandaba más conocimiento del tema. ¿Cómo creció Argentina en medio de la crisis? Silencio de radio. Hostilidad a la autoridad política de ese modelo relativamente exitoso.

Si les molestaba la medida de ese éxito en palabras de la protagonista, podían haberse tomado la molestia de leer algunos artículos de otro Nobel, 2001, Josep Stigliz. El 28 de agosto de 2011 le declaró a Página/12:
  • "El foco excesivo de los bancos centrales en controlar la inflación es un error, pero también es un error ignorar el fenómeno. La estabilidad financiera, el crecimiento y el empleo también tienen que formar parte de sus objetivos. La baja inflación no asegura el crecimiento sostenido".
Otro ejemplo, el 13 de agosto pasado estuvo en Buenos Aires y sostuvo:
  • "Argentina demostró que no fue fácil pero que es posible responder a la crisis, haciendo posible seguir adelante. Ha tenido un alto crecimiento durante muchos años, lo cual demuestra que el análisis es correcto".
Juan Ignacio Maquieyra, 
funcionario del PRO,
estudiante en Harvard,
militante por el cierre de grados:

En 2010, durante una tensa reunión por el 
cierre de 258 grados, fue el novel estudiante 
de Harvard el encargado de encaminar las 
negociaciones con los enfurecidos docentes.

"¿Podés decir qué respuesta tiene Macri 
ante el cierre de grados? Quiero llevarme una
respuesta ahora sobre si van a amontonar más
a los pibes, lo que va en detrimento de su 
educación", pidió uno de los delegados.
"Te puedo dar la respuesta, pero no te va a 
gustar", anticipó Maquieyra.

“Eso es una forma elegante de decir que vas a 
cerrar los grados", le contestaron los docentes.
Minutos después la reunión parecía llegar a buen 
puerto cuando se decidió convocar a un encuentro 
de trabajo para encontrar una solución al problema.
"¿Va a ser una reunión de trabajo o con una 
movilización en la puerta?", chicaneó el joven PRO.

"¿Te preocupa mucho eso?", le consultó uno de 
los docentes. “No, pero si el ánimo es trabajar…”
"Hay gente que no cobra hace ocho meses y sigue 
yendo a trabajar, así que el último comentario te 
pido que lo reveas", le exigió uno de los docentes.
Al día siguiente, en conferencia en Ciencias Económicas, Stiglitz dijo que Argentina
  • "enfrentó dos problemas difíciles: la reestructuración de la deuda y el ajuste del tipo de cambio, y creo que es un logro que lo hayan manejado de la forma en que lo hicieron, fue un éxito total". 
Traducido, elogió "el ajuste del tipo de cambio", pero la alumnada de Harvard reprochó "el cepo cambiario". Tendrían que escuchar un poco al Nobel, pues se formó en el Amherst College e hizo el postgrado en Economía en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets), el Estado donde está Harvard. El tipo algo sabe de economía capitalista, más que el ex profe Domingo Cavallo.










Fuentes:
* Página/12, 2012-IX-30 

Link a todas las preguntas que respondió Cristina:
Ambito Financiero

Editó y compiló:
GS